diumenge, 26 de gener del 2014

LAS HERIDAS DE LA CRISIS


Leyendo la prensa rápidamente me doy cuenta de las profundas heridas que esta crisis está causando a la sociedad. Cinco años de crisis (2.008-2.013) es demasiado tiempo para un país cuyos fundamentos económicos y sociales son aún muy débiles. Pero las heridas más graves no son las causadas al empleo, ni al poder adquisitivo, ni siquiera las producidas por la pérdida de la propiedad de la vivienda, sino aquellas producidas al estado emocional, porque estas perduran incluso más allá de la recuperación económica. Promesas incumplidas, sueños rotos, proyectos inacabados, han dejado heridas tan profundas que no se curarán con la salida de la crisis.

Tenemos en la actualidad una sociedad enferma, que ha fracasado en la distribución del trabajo y que ha olvidado ya el concepto “Estado del bienestar”, perdiendo día a día aquellos valores que tanto tiempo costaron conseguir. Estamos en la UCI (Unidad de cuidados intensivos) porque nuestros líderes políticos no han sabido en su momento gestionar el país con eficacia, pensaron que nuestro sistema era como un “Titanic” que nunca se hundiría, sistema que al final ha resultado ser un iceberg. Se han producido unos daños muy profundos en el casco del barco, y este se hunde sin remedio. El trabajo puede recuperarse, el sistema social de protecciones puede mejorarse, pero el daño causado a la fe de los ciudadanos en el sistema político ha sufrido serios daños, de los que difícilmente lograremos sanar.

Una nueva generación que está aletargada, que no es consciente de cuanto costó conseguir el estado del bienestar que todos estábamos disfrutando, y una vieja generación que ya no tiene fuerzas para más batallas, este es el panorama desesperanzador que cada día aparece ante nuestros ojos al subir la persiana. ¿Tiene la política la solución? , si la tiene no la está poniendo en marcha, tan solo nos ofrece un jarabe de amargo sabor para aliviar los síntomas, pero que no tiene ninguna propiedad curativa, tan solo alargar la agonía y matar la esperanza. Actualmente el sentimiento que predomina es el de la impotencia. Tan solo si la nueva generación reacciona, armada con nuevos valores y con un profundo sentimiento de que la solución está en las manos de la ciudadanía, lograremos no solo salir de la crisis, sino además curar las heridas.

Juanjo Conejo
Estudiante de 1º de periodismo 

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