dissabte, 5 de setembre del 2015

UN ACTO HISTÓRICO DE VALENTÍA


El miedo cierra la boca de los que temen por su vida. Se ríe en nuestra cara la democracia, se burla de aquellos que no se dan cuenta de que no se puede esclavizar mediante el poder de leyes injustas, hechas a la medida de dictadores que se disfrazan de legalidad. Y los que deberían ser ejemplo de civilización dejan entrever su inhumana calaña. La conciencia natural, aquella que no está contaminada por la política de los tiranos, habla a la más pura razón: todos tienen el mismo derecho a elegir libremente su destino. Ante la mirada de la justicia perfecta todas las naciones de la tierra tienen la intrínseca potestad de disfrutar de un gobierno independiente o a decidir libremente someterse a las políticas centrales de otros gobiernos.

Usar la superioridad para someter a los pueblos es un acto de crueldad. La violencia contra los derechos fundamentales es una acción deliberada de criminalidad cuyos argumentos de defensa nunca triunfarán en el tribunal de la conciencia. Imponer la voluntad a la fuerza engendra odio, mas los pactos que se firman desde un régimen de libertad cosechan la paz. La estrategia del miedo al desastre se utiliza como un arma arrojadiza contra los que aspiran a la independencia. Pero, ¿cuáles son las auténticas motivaciones de los que aspiran a una nación libre?, ¿el estado del bienestar o el sentimiento de honor y dignidad?, si la razón es el orgullo patriótico no hay que tener miedo a perder el estatus económico.

La sangre ha sido el precio de la libertad a lo largo de la historia, ¿quién está dispuesto a comprarla con esa moneda?. Cuando leo la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, de fecha 4 de julio de 1776, firmada por Thomas Jefferson y Benjamin Franklin entre otros grandes políticos de renombre, llaman poderosamente mi atención las palabras finales: “Empeñamos mutuamente nuestras vidas, nuestras fortunas y nuestro sagrado honor”. Esa frase fue el broche de oro del discurso y la razón del éxito de semejante hazaña política. Estaban dispuestos a todo. En ocasiones no hay otro camino, siendo el riesgo y el peligro la única alternativa. Para ser nación hace falta más que tener un himno y una bandera, es indispensable un acto histórico de valentía.

11 de septiembre de 2015

Juanjo Conejo

Estudiante de 3º curso de periodismo