dilluns, 9 de març del 2015

SILENCIO, SOLO SILENCIO


Se le concedió un minuto de gracia al reo a muerte. Tan solo había robado un mendrugo de pan para poder comer. Sesenta segundos para hablar libremente antes de morir. No profirió ni una sola palabra, reinaba la expectativa de los asistentes a la ejecución, pero dejó que el silencio llenara la plaza. Lluvia, cada gota de agua era una lágrima. No hay justicia, el niño llora, la estrella se apaga, el mundo está en ruinas. Viento, las hojas caen de los árboles, las esperanzas caen a tierra y perecen. Fuego, el anciano ha sido abandonado, queman las llamas el alma. Silencio, solo silencio. ¿Quién levantará la voz a favor de su causa?. ¡Zas!, el hacha del verdugo cumplió la sentencia. Lamentos de aquellos que aún creen en la justicia y que nadie oye, gemidos de dolor por un mendrugo de pan para saciar el hambre. Tráfico de armas, el negocio de las drogas, la noche cae segando la vida a millares. Este es el mundo en el que vivimos. La lluvia llenó de penas todos los estanques y las cabezas cortadas el saco del verdugo. ¡Súbete a un monte alto tú que te crees defensor del pueblo, cierra los puños de rabia y grita de espanto!. Cierra los ojos, abre el corazón, si el inocente muere algo de ti muere con él. ¡Dignidad, dignidad!, vocifera el profeta de la conciencias, ¿quién conserva la dignidad humana?. La corrupción política da de comer a los que han sido cebados para el día de la matanza. Petróleo, un juego de mesa para los que no tienen escrúpulos. Farmacéuticas, lo que el hombre es capaz de hacer por un puñado de monedas. La banca, constructores de lápidas para quienes no tienen donde vivir, un imperio más que se levanta sobre el fundamento de los desdichados. ¡Sal al desierto y clama tú que lloras por los afligidos, come miel silvestre y vístete con pelo de camello!, no dejes de anunciar que el Sol de justicia un día amanecerá. Se le concedió un minuto de gracia al reo a muerte para alegar cuanto quisiera. El reo selló su boca y miró hacia el cielo. Silencio, solo silencio.

Juanjo Conejo

Estudiante de 2º curso de periodismo