Leyendo
la prensa rápidamente me doy cuenta de las profundas heridas que
esta crisis está causando a la sociedad. Cinco años de crisis
(2.008-2.013) es demasiado tiempo para un país cuyos fundamentos
económicos y sociales son aún muy débiles. Pero las heridas más
graves no son las causadas al empleo, ni al poder adquisitivo, ni
siquiera las producidas por la pérdida de la propiedad de la
vivienda, sino aquellas producidas al estado emocional, porque estas
perduran incluso más allá de la recuperación económica. Promesas
incumplidas, sueños rotos, proyectos inacabados, han dejado heridas
tan profundas que no se curarán con la salida de la crisis.
Tenemos
en la actualidad una sociedad enferma, que ha fracasado en la
distribución del trabajo y que ha olvidado ya el concepto “Estado
del bienestar”, perdiendo día a día aquellos valores que tanto
tiempo costaron conseguir. Estamos en la UCI (Unidad de cuidados
intensivos) porque nuestros líderes políticos no han sabido en su
momento gestionar el país con eficacia, pensaron que nuestro sistema
era como un “Titanic” que nunca se hundiría, sistema que al
final ha resultado ser un iceberg. Se han producido unos daños muy
profundos en el casco del barco, y este se hunde sin remedio. El
trabajo puede recuperarse, el sistema social de protecciones puede
mejorarse, pero el daño causado a la fe de los ciudadanos en el
sistema político ha sufrido serios daños, de los que difícilmente
lograremos sanar.
Una
nueva generación que está aletargada, que no es consciente de
cuanto costó conseguir el estado del bienestar que todos estábamos
disfrutando, y una vieja generación que ya no tiene fuerzas para más
batallas, este es el panorama desesperanzador que cada día aparece
ante nuestros ojos al subir la persiana. ¿Tiene la política la
solución? , si la tiene no la está poniendo en marcha, tan solo nos
ofrece un jarabe de amargo sabor para aliviar los síntomas, pero que
no tiene ninguna propiedad curativa, tan solo alargar la agonía y
matar la esperanza. Actualmente el sentimiento que predomina es el de
la impotencia. Tan solo si la nueva generación reacciona, armada con
nuevos valores y con un profundo sentimiento de que la solución está
en las manos de la ciudadanía, lograremos no solo salir de la
crisis, sino además curar las heridas.
Juanjo Conejo
Juanjo Conejo
Estudiante de 1º de periodismo
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