El tema que quiero tratar
afecta a mi propia carne, por tanto no escribo desde la teoría, sino
desde la experiencia dramática que me ha tocado vivir, tan solo por
el hecho de haber pasado de los 45 años. Poseer una larga
trayectoria laboral y una amplia formación ya no es garantía para
encontrar un nuevo empleo, ni siquiera demostrando una dilatada
experiencia en algún campo determinado. El solo hecho de haber
cruzado la frontera de los 45 años te sitúa en una posición de
desigualdad frente a los trabajadores que no llegaron a ese límite.
Así pues, atrás
quedaron los sueños, o mejor dicho, los sueños quedan rotos, ya que
un día despiertas y te das cuenta que de repente eres como un valor
en bolsa que ha caído en picado. ¿Acaso mi capacidad y rendimiento
ha menguado por tener la edad que tengo?, de ninguna manera, más
bien ha crecido con el tiempo por causa de la práctica constante y
la repetición de unos patrones de trabajo. La gravedad es que esto
no solo afecta a la persona en cuestión, sino a toda la unidad
familiar, provocando en algunos casos situaciones de desahucio.
Poseo 25 años de
experiencia en el campo comercial, con una trayectoria laboral hasta
director comercial. Con la llegada de la crisis económica me quedé
sin empleo, y aunque he enviado centenares de currículos no hay
forma de encontrar un nuevo empleo. Aparte de la crisis que a todos
afecta, los que pasamos de los 45 años tenemos un problema añadido,
haber traspasado el umbral en un sistema laboral que tiene una
mentalidad aparte de extraña, injusta. Este grupo social, ¿ha de
dejar de comer?, ¿han de dedicarse a pedir limosnas?.
Toda una vida trabajando,
luchando por ser el mejor, y ahora me encuentro al borde del
desahucio, quizá mañana, quizá la semana que viene, es como vivir
cada día con el agua al cuello, con el filo de la espada sobre la
cabeza. ¿A dónde iremos?, ¿cómo afectará esta situación a los
estudios de mi hija?. Me siento impotente, y muchas veces lloro, a
veces de dolor, otras de rabia. Yo mismo estoy a punto de tirar la
toalla en los estudios, demasiada presión que soportar, demasiada,
sobrepasa mi capacidad, y llego a pensar que rendirse es la mejor
opción.
Muy atrás quedaron
aquellos tiempos en que uno pensaba que era alguien y que podía
comerse el mundo. La cruda realidad es que ser un trabajador
competente no es suficiente, ni siquiera tener un alto grado de
motivación, ya que el destino te ha gastado una broma de mal gusto,
con más de 45 años ya eres inservible en la producción laboral. Y
si no hay trabajo para todos, y hay que dejar paso a las generaciones
más jóvenes, ¿por qué no poner una inyección letal a los
ciudadanos que pasen de esa edad?. Otra opción sería el poder
cobrar una prestación suficiente como para vivir con una mínima
dignidad entretanto la persona justifique que no tiene empleo porque
para él no existe esa posibilidad, y no porque no quiera trabajar.
Para entender este drama
hay que vivirlo, sufrirlo para comprender a todos los que están
pasando por este trance, un tormento diario que parece no tener fin.
Por este motivo, muchos han caído en el alcohol para refugiarse,
para olvidarse un poco de la extrema situación económica a la que
se enfrentan, y este comportamiento les ha agravado más la
situación. Se convierten en víctimas de un frío sistema que no
tiene ojos para ver la realidad de los más débiles, ni corazón
para darles consolación.
Hoy no puedes pagar el
recibo de la luz, quizá algún familiar te preste el dinero, pero
mañana ya no puedes pagar la factura del gas, ¿ahora a quién le
pedirás?. Los servicios sociales no ayudan lo suficiente, los
familiares se cansan de ayudarte, porque ellos también tienen sus
límites. Así que te sientes solo, tremendamente solo, sin saber
cuanto durará la noche, cuando volverás a ver los rayos del sol.
Esperas desde hace tiempo un amanecer, hasta el día en que
finalmente pierdes la esperanza.
Y por muy triste que
pinte este cuadro, no estoy exagerando, si no que alguien se tome la
molestia en preguntar como lo están pasando todos los afectados. El
profesor de la asignatura “Estructura social”, del primer curso
de periodismo de la UAB (Universidad Autónoma de Barcelona), nos ha
pedido realizar un trabajo acerca de alguna desigualdad social,
podría realizar mi trabajo basándome en tecnicismos, gráficos,
datos fríos, teorías sacadas navegando por el Google y haciendo un
copiar y pegar de la Wikipedia o artículos relacionados. He
preferido hablar desde el alma, como testigo principal de este drama,
sin olvidar el aspecto más importante, el de las emociones, ya que
si estas son duramente golpeadas, puede sobrevenir un nuevo problema,
la depresión.
Reacción en cadena de
males, si no hay dinero, tampoco hay posibilidades, si no hay
posibilidades te encuentras que la ansiedad está llamando a tu
puerta. Y oyes esos golpes, fuertes e insistentes, y aunque pones
tapones en los oídos, la puerta se está haciendo pedazos, el
sistema nervioso puede reventar. En poco tiempo te conviertes en un
nuevo paciente de la Seguridad Social, que necesita antidepresivos
para poder llevar una vida normal, tranquilizantes para poder
conciliar el sueño, y terapia psicológica, causando un gasto médico
al sistema, unos recursos que podrían ser utilizados de forma más
inteligente, como buscar la manera de ayudarle a encontrar un nuevo
empleo.
Este no es un país para
viejos, aunque seas experto en algún oficio, aunque tu formación
sea elevada o seas un gurú de la motivación. Dadme la oportunidad
pertinente y demostraré que mi edad no es un impedimento para
realizar el trabajo con la eficacia que conviene. ¿Pero a quién le
preocupa este problema?, ¿al gobierno?, creo que no, si así fuera
ya existirían políticas encaminadas para favorecer la incorporación
al trabajo de este grupo social. ¿Le preocupa a los ayuntamientos?,
no lo parece, hay muchas trabas para acceder a los servicios
sociales, papeles y más papeles que preparar para tener derecho a
ellas, cada vez lo complican más, pidiendo los mismos documentos que
ya te han pedido en infinidad de veces, como un registro de
propiedades o la última declaración de la renta, como si de repente
me hubiese tocado una casa en algún concurso televisivo o algún
premio económico en alguna lotería, o tuviera cuentas corrientes en
el extranjero.
El profesor de sociología
que antes mencioné, nos ha enseñado que no es lo mismo diferencia
que desigualdad. Todos somos diferentes, pero lo ideal es que esas
diferencias no nos hagan desiguales. ¿Sufrir desigualdad por ser
rubio?, ¡eso sería una estupidez!, ¿acaso no es una estupidez
sufrir desigualdad por tener más de 45 años?, ¿qué ocurre, que de
pronto se volvieron incompetentes?. Los que pasan de esa edad son
diferentes, sí, diferentes por causa de la experiencia que han
acumulado a lo largo de su vida, y de toda la formación que han
adquirido, sin duda son diferentes, y esas diferencias son positivas,
no tienen que ser negativas, pero de ninguna manera tienen por que
ser desiguales en cuanto al derecho que todos tienen de poder
trabajar para poder vivir con dignidad. Tengo 50 años, soy diferente
a quien tiene 30 años, pero no quiero ser desigual, aspiro a tener
las mismas oportunidades laborales que cualquier otro. ¿Hay solución
para este drama social?, quiero creer que sí, que solo basta con que
el gobierno se tome la suficiente molestia para solucionarlo.
¿Cuánto se necesita
para pasar de ser un ciudadano integrado en la sociedad a un
vagabundo sin techo y sin rumbo?. Muy poco, menos de lo que muchos
creen. Cada día se dispara el número de desahucios, ¿qué ocurre
con los que no tienen familiares con los que ir a vivir?. ¡Qué
fácil es que toda tu vida se desmorone en un instante!, y que nadie
se engañe, todos, absolutamente todos, somos excesivamente frágiles,
todos caminamos continuamente al borde del abismo, ¿o crees que tú
estás libre para siempre?. Quizá alguno piense que tiene alguna
especie de antídoto contra este mal, y tal vez se encuentre que
mañana Doña Desigualdad esté dando mamporros contra su puerta.
Mañana tú también tendrás más de 45 años, pero quizá tú
tengas más suerte y conserves tu empleo, ¿pero cuánto te durará
esa suerte?, a este paso será un milagro si conservas tu empleo
hasta la jubilación. Sí, se considerará un milagro, y no algo que
debería ser normal en aquellas personas que ejecutan con eficiencia
su trabajo.
No sé que nota me pondrá
el profesor por este trabajo, pero al menos he tenido la oportunidad
de expresar libremente mis pensamientos sobre este problema social, y
más importante aún, expresarlos sin olvidar que los sentimientos
también son importantes, y para ello es necesario que los deje por
escrito, porque aunque esté equivocado sin duda será una terapia
que me hará bien sin tener que pagar la minuta de un psicólogo. De
paso aprovecharé el tiempo invertido en este texto, ¿cómo?, pues
enviándolo a algunos medios de comunicación para que estudien la
posibilidad de publicarlo. Quien sabe, tal vez algún alma caritativa
pueda ayudarme. Y aunque este trabajo lo suspenda, o incluso esta
asignatura, quiero dejar ahora constancia de cuanto he disfrutado en
las clases con este profesor, quien ha provocado en mí que se me
saltaran las lágrimas en varias ocasiones, cuando le oía argumentar
acerca de algunas de las desigualdades que afectan a nuestra
sociedad. De nuevo repito, todos somos frágiles, y yo soy uno de
esos todos, por tanto, me siento identificado con cada injusticia
social que nos afecta.
Retomando el tema
principal, un enfermo puede volver a estar sano, una persona sin la
formación necesaria puede ampliar sus estudios, la falta de
experiencia se soluciona con la práctica, pero, ¿puede un hombre de
50 años volver a tener 25 años?, por tanto estoy condenado al
desempleo de por vida, y con mucha suerte pueda sobrevivir con un
subsidio de 426 €. ¿O debo convertirme en un delincuente para
sacar a mi familia adelante?. Si me llevasen preso quizá sería una
buena solución, tal vez los encarcelados estén pasando menos apuros
que yo para sobrevivir. ¿Cómo me siento?, pues imagina, toda la
vida cotizando a un sistema que te abandona cuando más lo necesitas.
Juanjo
Conejo
Estudiante de 1º de periodismo
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