Desde
1.648 hasta 1.945 con el modelo de gobierno Westfalia, en que los
gobiernos soberanos no tenían en cuenta la repercusión que sobre
otros estados tendrían sus decisiones, pasando por el modelo de
gobierno “Carta de Naciones Unidas” con una ONU que no se
ajustaba a esos principios de gobierno, llegamos a la democracia
actual, la cual para muchos, como dijo Francis Fukuyama, es el orden
político último.
No
obstante, según los argumentos de Held, nuestra actual democracia
tiene muchas deficiencias. Por esta causa Held propone una nueva
democracia a la que llama “Democracia Internacional Cosmopolita”,
debido al desorden mundial que según su opinión está prevaleciendo
en amplio contraste con la idea fallida de un nuevo orden
internacional. Held defiende conceptos tales como “Extensión de la
democracia a todas las naciones”, “Requerimientos morales de
carácter Internacional”, y “ciudadano activo”, entre otros,
para argumentar a favor de lo que él llama “otra dimensión de la
democracia”.
He
escogido la noticia aparecida en la página 6 de “La Vanguardia”
del 22 de septiembre de 2.013, donde Rafael Poch, corresponsal de
Berlín, nos ofrece un retrato crítico de la canciller alemana
Merkel, porque las ideas que la canciller defiende están en clara
oposición a los planteamientos de Held para una democracia
internacional más cooperativa y solidaria entre los diferentes
estados-nación. Las políticas que Merkel defiende indican que la
canciller no cree en las ideas que Held postula.
Y
mientras Alemania vota, Europa espera, porque tal como expone Held,
las decisiones políticas de una nación pueden afectar a los
intereses económicos y sociales de otra, razón por la que Held
sugiere una democracia cosmopolita que restrinja los ámbitos de
poder y controle las políticas sectarias, para evitar que las
decisiones de unos estados afecten a otros. Se necesita por tanto, y
haciendo eco de las palabras de Held, un compromiso con la verdadera
democracia, para garantizar un progreso sostenido a nivel
internacional. Las políticas de Merkel dan la razón a Held, en
cuanto a que nos hallamos ante una prueba crítica de la democracia.
Entretanto
que Held defiende una mentalidad internacional, Merkel piensa más en
términos nacionales que europeos. Así mismo, Merkel defiende la
idea de que la democracia debe adaptarse al mercado, sistema político
practicado en algunas naciones, que según Held, causa confusión
entre los límites de las esferas pública y privada, y entre la
autoridad pública y el poder económico, lo que nos lleva a un
panorama de nuevas incertidumbres políticas.
Según
Held, las desigualdades de género son una asignatura pendiente de la
actual democracia, entretanto que a Merkel la situación de la mujer
le deja manifiestamente indiferente. Una observación detenida de la
canciller revela además una obsesión por el tema demográfico, lo
que le lleva a introducir políticas de desmonte social, en
contraposición a Held, que defiende una comunidad cosmopolita, que
integre un amplio consenso entre las diferentes culturas, valores y
creencias.
Merkel
parece no estar preocupada por la advertencia de Held de que la
democracia necesita de unas reformas urgentes, sino que se revela
como una conservadora de viejos sistemas de gobierno que ya han
demostrado su ineficacia en el pasado, y desmerecen la importancia de
las relaciones democráticas entre las diferentes naciones-estado
para alcanzar una democracia internacional cosmopolita, según los
valores que Held defiende.
Para
concluir, es interesante observar las grandes diferencias de
pensamiento político entre Held y Merkel, diferencias que por falta
de espacio no puedo tratar de forma exhaustiva, pero que serían muy
útiles para un estudio más profundo sobre el tema que nos ocupa.
Juanjo
Conejo
Estudiante de 1º de periodismo
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