15 de junio de 2.012. Son las 10:00, y
me dirijo a toda prisa desde la parada del metro “Arc de Triomf”
hasta el Parlament de Catalunya. He quedado a las 11:00 con la Sra.
Montserrat Tura, la que fuera Consejera de Justicia de la Generalitat
de Catalunya de 2.006 a 2.010, Consejera de Interior de 2.003 a 2.006
y alcaldesa de Mollet del Vallés desde 1.987 a 2.003. Actualmente es
diputada al Parlament por el “Partit dels Socialistes de
Catalunya”. Sin ninguna duda, esta será una de las entrevistas más
trascendentales de mi vida, la oportunidad de conversar a tan solo un
metro de ella, y todo un lujo poder hacerlo durante una hora.
Me siento privilegiado por tener esta
ocasión, esperada por mí desde hacía mucho tiempo.
Independientemente de mis ideologías políticas, ella es uno de los
personajes políticos que más admiro. Tenemos en común haber nacido
en la misma ciudad, Mollet del Vallés, y sentir por esta ciudad el
mismo cariño. No es extraño que cuando hablo de esta ciudad sus
ojos parezcan estrellas. Es la primera vez que estoy en el Parlament,
al cual llego siguiendo las indicaciones de uno de los operarios del
“Parc de la Ciutadella”, por el camino de la estatua del Mamut.
Al llegar tengo que pasar por la barrera de seguridad y después por
la recepción, y me encuentro con personal dotado de gran
amabilidad. Entrar al Parlament es más sencillo de lo que yo
pensaba, creí que quizá hasta me cachearían. Me alegró mucho
saber que también se podían tomar fotografías de tan insigne
lugar. Me quedo impresionado por la pomposidad del Parlament, el cual
contrasta con la sencillez de la Sra. Montserrat Tura, quien consigue
darle al lugar el toque de humanidad que todo lugar público debe
tener. Su secretaria me invita a pasar al despacho de la molletana
diputada, y enseguida me doy cuenta que a ella le gusta más escuchar
que hablar. Hubieron algunos momentos en la conversación en que sus
ojos se iluminaron, con la luz de quien demuestra sentir pasión.
Ella habló poco, (pues tuvo la
gentileza de dejarme hablar a mí casi todo el tiempo), pero fue
suficiente para percibir que se siente muy orgullosa de sus raíces,
una familia campesina. Descubro ante mí a una mujer muy segura de
sus convicciones, pero al mismo tiempo tolerante con otras formas de
pensamiento. Rigurosa y flexible al mismo tiempo. Calculadora, pero
no carente de sentimientos. Le gusta que la sigan por convencimiento
propio, sin tener que manipular a sus seguidores. Le gusta más
apasionar que convencer. Cree en los llaneros solitarios. Su
secretaria nos interrumpe tan solo dos veces a lo largo de la
reunión, en la primera interrupción abre la ventana para
refrescarnos un poco, pues hace un día muy caluroso. Por la ventana,
como si se tratara de la sinfonía de decenas de aves, podemos
escuchar el agradable sonido de un grupo de niños que han venido a
visitar el Parlament. La Sra. Tura comenta que ese sonido le da la
sensación de hallarse cerca de una escuela. El agradable alboroto
de esos niños en la puerta del Parlament, junto a la fuerza juvenil
de la Sra. Tura, forman una exquisita melodía. Los ojos de la
diputada socialista son pequeños, pero son capaces de ver mucho más
allá de las apariencias. Mujer pequeña por fuera, pero gigante por
dentro. Le hablo de la posibilidad de llegar a ser presidenta de la
Generalitat de Catalunya, y ella me responde que es muy difícil,
pero enseguida añade sin pestañear: “Pero no es imposible”.
Se nota que realizó la carrera de
medicina, pues mostró un interés especial cuando le hablé de los
que padecen la dolorosa enfermedad de la fibromialgia, y de las
terapias naturales que pueden darles esperanza. Esta fue una de esas
ocasiones en que sus ojos brillaban encantadores. Pude hablarle de mi
conversión al cristianismo hace casi treinta años, y darle mi
opinión acerca que habían más cosas en común entre la iglesia
católica y protestante que diferencias; y que esas diferencias eran
más bien de formas que de contenido. Ella escuchó con mucho
respeto. Cuando le comenté mi interés por acceder a la carrera de
periodismo, debido a mi pasión por la comunicación, sus ojos
volvieron a destellear. Puedo comprenderlo, a ella le gusta
comunicarse; y de hecho, ella lo hace con un estilo tan apasionado,
que en una ocasión escuchando uno de sus discursos se me escapó la
palabra “Amén”. Si alguna vez consigo ser periodista, me
gustaría escribir acerca de las personas que hay detrás de los
personajes.
Me gustaría escribir acerca de las
cosas que los ojos no ven, escribir desde la sensibilidad del corazón
y de las percepciones del espíritu. Este texto es mi primer
ejercicio de novato, y ha sido un placer que la Sra. Tura haya sido
el primer personaje a quien haya podido describir con pinceladas al
estilo “Van Gogh”. Yo no soy un profesional de la política ni
del periodismo, pero no es necesario para darme cuenta que la Sra.
Tura vale mucho más que su peso en oro, y para describirla como uno
de los personajes más prometedores de la actual política catalana.
El encuentro no me decepcionó. La atenta secretaría de la
Ex-Consejera nos hizo una foto para rematar la ocasión. Regresé por
el camino del Mamut, esa estatua de piedra que me recuerda a
políticos que nunca evolucionaron, que quedaron atrapados como
fósiles en las rocas de una política que hoy en día no es
suficiente para sacar al país de la crisis. Sin embargo la “Cuadriga
de la Aurora” que corona la Cascada Monumental, sugiere ideas de
progreso y libertad más en la línea de la Sra. Montserrat Tura, con
una clara diferencia, el Carro de la Aurora tan solo tiene un baño
en oro, aparenta lo que no es; entretanto que la famosa mano de la
Sra. Tura que cubre con su guante de seda, no es de hierro pintado en
oro, sino del mejor acero con el cual se forjan las espadas de los
nobles guerreros. Ella no necesita aparentar; ella es lo que ves:
sencillez, honestidad, pasión y eficacia.
Posdata:
No soy, ni nunca he sido militante
socialista. Este texto es el resultado de mi admiración por la Sra.
Montserrat Tura, no una campaña política a su favor. Admiro antes a
las personas que a los partidos a los que representan. Mi opinión es
que esta diputada molletana, engrandecería y enriquecería cualquier
partido político del que ella fuera militante. Me gustaría verla
como presidenta de La Generalitat de Catalunya, independientemente
que mis ideales políticos coincidan o no plenamente con los de ella.
Juanjo
Conejo
Estudiante de 1º de periodismo
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