divendres, 14 de novembre del 2014

ÉRASE UNA VEZ EN BARCELONA



Hoy en Barcelona, ciudad de artistas y de genios, balcón con vistas al mar, una familia ha perdido su vivienda. Don Nadie, su esposa y sus hijos caminan sin rumbo por las calles, por aceras cimentadas de contrastes, ricos y pobres, pero todos vestidos de la misma manera, de fragilidad como el cristal. Piénsalo bien, mañana podrías ser tú. Don Nadie y su familia no saben que hacer, no saben a donde ir, no saben donde dormirán esta noche estrellada, de lamentos y de suspiros, quizá bajo un puente construido por las manos de un político con la cara pintada de payaso, hipócrita que gobierna y actúa en el falso nombre del Estado del bienestar. Ha salido el sol para todos, incluso para los que solo piensan en llenarse los bolsillos. Don Nadie sonríe al sentir sobre su rostro los rayos del sol, sabe que la vida es bella, que mañana será otro día, que no se resignará, que no perderá la esperanza aunque los valores más altos de la sociedad hayan sido tantas veces pisoteados. Barcelona, asfalto mojado por una lluvia de lágrimas, de aquellos que están tristes de que exista la gran mentira inmobiliaria.

Hoy en Barcelona, en la ciudad que una vez fue olímpica, entre sorbo y sorbo de café, una familia perdió su vivienda, el hogar donde Don Nadie vio a sus hijos caminar por primera vez, dando los primeros pasos que les llevaban hasta sus piernas, agarrándose a ellas como columnas que les daban seguridad. La fragilidad está en el aire, se respira en la populosa ciudad, está como león rugiendo en las calles, gran urbe de luces cuando cae la noche, también de lamentos, de gritos callados, de batallas perdidas y de causas sin nobles caballeros que las defiendan. La fragilidad está de moda, cotiza alto en bolsa, porque Don Nadie somos todos. Cierro los puños, siento la impotencia, un nudo en la garganta, y una lágrima más veloz que la luz que se desliza por mi mejilla sin previo aviso, demuestra que soy humano, que me duele el mal ajeno. ¿Que si me afectó la noticia?, sí, lo hizo.

Quiero ser un periodista diferente si el cielo me lo permite, una pluma con corazón, quiero contar el alma de la noticia. No tengo experiencia, pero la pasión la llevo dentro, ante la noticia la emoción late bajo mi pecho. Quiero ser periodista, la voz de los desdichados, una boca para quienes el dolor ha dejado mudos. Quiero contar el otro lado de la noticia, porque no se trata solo de información, detrás de cada noticia hay almas, hay endeble y quebradiza humanidad, gente que respira y que siente, hay almas que lloran, un campo fecundo de sentimientos y un mar de intensas emociones expuestas por los escritores.

Hay muchas historias que tienen que ser contadas porque la conciencia nos obliga. Tenemos mucho trabajo por delante por eso los tinteros nos están llamando, empuñad y esgrimid las plumas, las espadas de la palabra, dejad que corran ríos de tinta, que lleguen hasta el mar, que las noticias cuenten el lado oculto de la historia, los secretos nunca contados, y que las palabras escritas sobre el inerte papel que una vez estaba en blanco, tengan vida, contando la verdad sin adulterar, desnuda y afilada como florete desenvainado. Me pregunto si lo haréis. ¿Entregaréis vuestras vidas por esta causa?. Tengo la esperanza de que así lo haréis, y que socorreréis a los que den gritos de auxilio. Humanos y frágiles periodistas, compañeros de milicia, que larga y ardua tarea nos está esperando. ¡Adelante!, aún estamos muy lejos de alcanzar nuestros ideales.

Juanjo Conejo
Estudiante de 2º curso de periodismo en la UAB

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