dimecres, 23 d’octubre del 2013

SIN PERIODISMO NO HAY DEMOCRACIA






21-10-2013. Sencillez, cercanía y buen humor, son palabras que definen muy bien a Albert Bellvehí, quien aún conserva el placer de leer un diario de papel saboreando una taza de café. “Aunque la venta de la prensa de papel siga descendiendo yo intentaré comprar un diario de papel y leerlo. Con el periodismo digital las noticias corren más rápido, pero también hay mucha información que no es cierta”, ha dicho Bellvehí plenamente convencido, por lo que sin duda lo habrá podido comprobar en muchas ocasiones. Para él no acaba el mundo en Barcelona, sino que hay un contexto global mucho más amplio y mucha más gente que está sufriendo más allá de nuestras fronteras, por esta razón anima a la gente a que abran su horizonte y se informen de lo que está pasando más allá de nuestro ombligo. Albert es de mirada transparente, noble, como su sueño: Emular en sus aventuras a su héroe de la niñez, el famoso periodista Tintín.

“Quiero ser periodista para adquirir cultura y ofrecerla a los demás, transferir a la sociedad mis conocimientos informando a la gente de lo que realmente está pasando, y no lo que nos quieren hacer creer que está pasando. Porque me gusta viajar y ver mundo, conocer personas y aprender de ellas, me he decidido por este oficio. Tengo las ganas, y eso me da muchos puntos, pero reconozco que ahora mismo no estoy preparado, y por esa razón estoy aquí, para llegar a ser un buen periodista, y este es un sueño que nadie me va a quitar. Yo quiero hacer lo que me gusta, no solo por el salario, porque si haces lo que te gusta, ¿qué más quieres? Los periodistas tenemos la oportunidad de llevar la verdad a la gente, y eso es algo que me enorgullece”. Albert se ha descrito con sus propias palabras, se trata de un espíritu aventurero, de un inconformista, de un luchador nato, que sin duda llegará a donde se propone.

Bellvehí critica que el periodismo sea en ocasiones como un teatro y muy subjetivo, que noticias importantes no se explican lo suficiente, entretanto que se habla mucho de noticias irrelevantes. Cree que ser periodista hoy en día está muy poco reconocido, porque hay quien es más actor que periodista, y que esto hace mucho daño al oficio. “Desgraciadamente no hay libertad de prensa, y si no se acaba de decir toda la verdad nos estamos engañando a nosotros mismos. Mientras no llevemos la realidad a la gente no saldremos de esta burbuja, y algún día reventará. El periodismo es un arma muy poderosa en la democracia, porque sin periodismo no hay democracia. Es necesaria una revolución pacífica, por ejemplo por medio de blogs. Creo que al final el periodismo de verdad saldrá a la luz, porque ahora está un poco oscurecido”. Con estas palabras Albert analiza el estado actual de un oficio que parece estar en sus peores momentos, y no solo por motivos económicos, sino por la crisis de unos valores que deberían ser innatos al periodismo.

Así nos explica Albert el origen de su pasión: “Ha sido Tintín quien me ha dicho: “Tú serás periodista”. Es desde que siendo un niño veía las aventuras de Tintín que quise ser periodista. Me gustaban mucho estos dibujos porque además de entretenerme me enseñaban. Aún ahora los miro y aprendo mucho, mientras viajo con él por el mundo”. Nuestro fan de Tintín viene dispuesto a aportar objetividad al periodismo, ofreciendo las noticias desde un punto de vista crítico, pero también con un toque humorístico, porque considera que la noticia con un poco de gracia entra más fácil. Le gustaría pasar más tiempo con su novia, ya que ella estudia de mañana y él de tarde. Entiende que es un precio que hay que pagar, pero se consuela diciendo: “Nos vemos menos, pero los momentos son más intensos”. Bellvehí considera que es una suerte poder residir en Barcelona, y aunque no ve a su familia tanto como quisiera cuenta con todo su apoyo, lo que no es poco en los tiempos que corren.

Bellvehí es un camaleón del periodismo, dice adaptarse fácilmente a todos los campos, y que le gustaría combinar un poco de todo. Ojalá su sueño de viajar por el mundo se convierta en realidad, aunque no cuente con la eficiente ayuda de un perrito llamado Milú.

Juanjo Conejo
Estudiante de 1º de periodismo

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