Con dinero se construye al candidato,
hay que instalarlo para que lo conozcan, que cuesta algunos millones
de euros. Puro marketing político, se vende al candidato como si
fuera un producto con técnicas y estrategias publicitarias. Campañas
electorales basadas en emociones, que apelan a los sentimientos y a
la psicología del ser humano. Si se necesita tal cantidad de dinero
para dar a conocer a un candidato, ¿qué ocurre con aquellos que
quieren presentarse al pueblo como candidatos y no poseen la
financiación necesaria?, pues que están claramente en desventaja,
una desigualdad que debería contar con alguna fórmula para su
corrección.
Así pues el ejercicio de la política
se ha convertido en una práctica tan solo para aquellos que pueden
disponer del capital necesario, dejando fuera candidatos que podrían
ser perfectamente válidos para gobernar. El sistema de financiación
de los partidos políticos rompe nuevamente con el concepto de que
todos los ciudadanos tienen los mismos derechos, ya que en política,
si no tienes apoyo económico no eres nadie. Para conseguir el dinero
necesario tienen que realizarse favores, con lo que se favorece un
caldo de cultivo para la corrupción. Dinero a cambio de futuros
favores, con lo que después nos encontramos con que las acciones
políticas no se ajustan a lo que prometieron, porque los gobernantes
tienen que devolver de alguna forma los apoyos conseguidos, dando la
espalda así a las necesidades de aquellos que les votaron.
Es
posible la creación de un sistema de pago de las campañas políticas
que favorezca la igualdad de acceso a todos los participantes, sin
tener en cuenta su capacidad de contar con el dinero necesario. Al
sistema democrático le cuesta sostener en la práctica los
principios de su teoría, sobre todo falla en su ideal más
importante, en que todos somos iguales ante la ley. Un sistema
capitalista que provoque desigualdades, ¿cómo puede convivir con el
verdadero espíritu de la democracia que se fundamenta en la igualdad
de todos los seres humanos?. Es el miedo a perder lo poco que tenemos
la razón que nos impide luchar por la verdadera democracia.
Juanjo
Conejo
Estudiante de 1º de periodismo.
ESTOY COMPLETAMENTE DE ACUERDO, AQUI EN ARGENTINA OCURRE LO MISMO Y BAJO EL NOMBRE DE LA DEMOCRACIA, LOS HUMANOS SE ESTÁN ACOSTUMBRANDO A VOTAR DICTADURAS
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